Alberto frente a un S-Bahn de Berlín entrando en la estación

No nos van a reconocer

Han pasado muchos meses sin decir nada, me dispongo a ello con el acto de fe que supone el pensar que haya alguien al otro lado leyendo lo que escribo, pero… sí, no? Hola?  Sí, seguro que sí.

No os lo vais a creer pero he estado trabajando, mucho, de hecho. No me ocurre siempre pero a veces, trazo una especie plan y funciona, o más o menos.

Se trataba de llegar a Berlín y que algo pasara, y no sé bien el qué, pero pasó. Supongo que estará relacionado con la emoción que supone inventarse una nueva vida. Es todo en general, son las nuevas calles, los nuevos bares, las nuevas caras, no sé, pero para alguien así, curioso como yo, todo eso es gasolina.

El caso es que empecé a escribir canciones, así, sin prisa, a gusto, como si fuera un juego. Eso al principio, luego el proceso se fue intensificando, se volvió más caótico y si me apuran más divertido. A los 6 meses, hice una lista (me encanta hacer listas) con los temas nuevos más alguno que tenía de antes y, ta chan! eso se parecía mucho al primer disco largo que siempre quise hacer.

Total, que llamé a mi querido productor, Héctor Tuya. I’m ready! le dije. Esto fue la pasada primavera. Tomé un avión a Madrid, luego un autobús a Gijón y de ahí otro bus a Luanco, allí me recibió Héctor y joder que disco me ha grabado.

Cómo? Eh? Sí amigos, sí, he grabado un disco, un disco largo (12 temas) un disco guapo guapo, un disco de rock, un disco que ha quedado tan chulo, que no me lo acabo de creer.

Faltan cosillas, Héctor se encargará de rematarlo y yo mientras dedicaré este mes y poco que me queda por aquí para acabar de ponerme a punto. Toca dejarse ver, toca salir, toca hacer un poco de ruido. Esta vez de verdad.

No nos van a reconocer.